El movimiento genera calor y Silverio cuando se sube a un escenario, no para de mover su cabeza para sacudir su melena postiza a la Mop Top.
Además de música, gritos y baile, el ritual de comunicación incluye fluidos corporales, mismos que comparte con aquellos aventurados que buscan algún tipo de contacto con su Majestad Imperial.
El sudor, la baba y el licor de los asistentes recorren el cuerpo del integrante de la realeza, quien califica como aborígenes a todos los que bailan al ritmo de sus rolas y samplers.
Escupitajos, trompetitas con saliva, desinhibición total, vuelven locos a los asistentes, quienes ríen, sacuden las extremidades y hay hasta quien se ofende con la personalidad extrovertida pero llevada a un nivel de gran seriedad por el autor de Perro, Yepa Yepa Yepa y Bombeando en Masaryk.
Y es que Silverio se muestra tan puro y primitivo como teatral de antaño, tan burdo y absurdo como alusivo al origen de la existencia.
Redentor de la cultura popular, en su visita a Ciudad Juárez recomendó que «si en alguna ocasión tienen la oportunidad de estar en un escenario y rascarse los huevos enfrente de todos», es lo mejor que pueden hacer, por supuesto, no faltaron las manos que le ayudaron a compartir ese momento.
Tenemos la duda por el número de calzones rojos que tiene en su armario, tal vez sean los únicos y use los mismos siempre, pero no importa, seguramente serán parte de su amuleto que le permitan salir del agua para ladrar y tocar el cencerro y así compartirnos algo de su baba.